jueves, 7 de marzo de 2024

El Ecce Homo de la Sacristía del Hospital de Santiago

 

Pintura mural de la Sacristía del Hospital de Santiago, representando al Ecce Homo, foto de José Carlos Martos 

El Ecce Homo de la Sacristía del Hospital de Santiago

Juan Ángel López Barrionuevo.

Sacristía del Hospital de Santiago, en el año 1991. Foto Ayuntamiento de Úbeda


El hospital de Santiago, edificio del siglo XVI, finalizado en 1575 a un paso del siglo XVII, tras trece años de obras, es concebido por su artífice, Andrés de Vandelvira, más como una auténtica micro urbanización multifuncional, –que como una edificación propiamente renacentista– se establece una correlación estilística pictórica, de manera que las pinturas murales de estos dos espacios responden a un planteamiento mental y simbólico propio de su época[1]. Esta decoración pictórica mural reúne unas premisas valorativas que escuetamente se manifiestan en que:

• Responden a un programa netamente manierista de geometrismo y figuración y como vehículo de una cierta simulación de magnitud espacial.

• Participan de la decoración pictórica manierista que trata de ocultar la desnudez arquitectónica, además de complementarla.

• Participan de un claro sentido estilístico clasicista, miguelangelesco, italianizante y romanista.

• Dejan sentir el influjo derivado de las obras de Julio de Aquiles (Julio Romano) y Alejandro Mayner, de los manieristas escurialenses, así como posiblemente de otros maestros italianos que trabajaron en tierras de Jaén.

• Por sus características son atribuibles a Pedro Raxis y Gabriel Rosales dos figuras de la escuela granadina y castellana que trabajaron en el retablo de la capilla del hospital de Santiago.

 • Contienen un programa rico en contenidos dogmáticos, espirituales y afiliación mitológica cristiana, reflejo eminente del humanismo, con tintes incluso erasmistas que recorren el mundo pagano para interpretaciones cristianas, con un concepto humanista del astroario, planteado tardíamente.

• Se evidencia una clara iniciación contra reformista propia del siglo XVII.

• Se reproduce un programa rico en contenidos iconográficos-iconológicos. Un complejo discurso intelectual que no deja de ser didáctico. Todo un alarde decorativo mural, que aglutina complejos valores patrimoniales de carácter histórico -artístico, que les hace ser considerados ejemplares para la ciudad y para la provincia, correspondientes a un momento histórico clave como es la transición del siglo XVI al XVII.

 





La Sacristía del Hospital de Santiago, siguiendo los postulados del Concilio de Trento, la capilla cuenta con una sacristía y una antesacristía para alojar los distintos objetos de la liturgia. La antesacristía es una pequeña sala rectangular, cubierta con bóveda esquifada, en donde se localizan las monumentales figuras de los profetas Jonás, Jeremías, Eliseo y Daniel. Los paramentos de esta sala muestran atlantes y cariátides fingidos, que sirven para enmarcar diversos medallones con bustos de santos. Finalmente, su sacristía es una gran sala rectangular con cuatro nichos para alojar las cajoneras, presidida con el escudo heráldico del Obispo Cobos. En la parte central se disponen los Padres de la Iglesia, representándose en los ángulos a los fundadores de diversas órdenes religiosas (San Antonio, San Benito, Santo Domingo y San Francisco), y ubicándose las Virtudes Teologales en los nichos. Encontramos ya algunos elementos que anuncian el cambio de sensibilidad del Barroco, como son el Ecce Homo y Cristo con la cruz a cuestas, así como un Niño de Pasión. En la bóveda se imitan casetones, decorados con grutescos y la representación de los dioses planetarios en la parte central, formando una cosmogonía.

Según el desaparecido historiador, Joaquín Montes Bardo, nos relata lo siguiente, acerca de las representaciones pasionales de Cristo, en este recinto: Expuesta la doctrina por medio de sus seguidores en grado heroico, dos tondos, situados en la parte superior de la Sacristía, muestran el modelo supremo: Cristo. Son dos secuencias de su Pasión, un Ecce Homo y La Caída. Por primera vez se representa un tema pasionista en una pintura mural del Renacimiento ubetense. Ello supone un giro formidable frente a la religiosidad manifestada en El Salvador, donde queda excluido el ciclo de la Pasión para insistir en la gloria de la Resurrección. El proceso de esta imaginería culminará durante el Barroco. Aquí la acompaña toda una teoría de textos ascéticos, acordes con la condición eclesiástica de sus moradores

En cuanto a las intervenciones que se han realizado en el edificio del Hospital de Santiago, durante la década de 1980. Ha sido la restauración de las cubiertas de la Sacristía, la que ha influido más negativamente en el buen estado de conservación de las pinturas murales, de la misma[2]. Así nos lo manifiesta José Manuel Almansa, el mal fario que tuvo este edificio por descuido de los albañiles y técnicos de entonces, ya que, durante el verano de 1989, dejaron descubierta esta sala, cuando estaban arreglando los tejados, y una nube se llevó parte del techo y muchas pinturas murales de los casetones de la bóveda. Hoy se manifiestan estos deterioros a modo de pérdidas de mortero, así como la presencia de una gran grieta estructural, sobre todo en la zona central de la bóveda. Otras intervenciones de menor importancia que también han influido negativamente han sido la colocación de puntas y tornillos que agujerean la pared para la sujeción de la instalación eléctrica. Así como la cubrición con tela de la parte inferior de los paramentos mediante la colocación de listones de madera clavados y atornillados, que supuestamente protegerían la decoración de estas áreas en ambos ámbitos.

 


 el mal fario que tuvo este edificio por descuido de los albañiles y técnicos de entonces, ya que, durante el verano de 1989, dejaron descubierta esta sala, cuando estaban arreglando los tejados, y una nube se llevó parte del techo y muchas pinturas murales de los casetones de la bóveda.

Bibliografía Consultada:

EL HOSPITAL DE SANTIAGO EN UBEDA: ARTE, MENTALIDAD Y CULTO (2ª ED .) JOAQUIN MONTES BARDO

Las pinturas murales del Hospital de Santiago. Fernando Sánchez Resa

 



[1] : Fundado por Diego de los Cobos, obispo de Jaén y sobrino de Francisco de los Cobos, comenzó a construirse en 1562, concluyéndose 1575. La concepción de este edificio responde a su carácter de obra benéfica hospitalaria, pero también a las necesidades del promotor de creación un espacio residencial y un panteón funerario, lo que determina una morfología que sobrepasa las necesidades estrictamente funcionales, para convertirse en un espacio de autoafirmación del propio fundador. Vandelvira romperá con el esquema tradicional de hospital de planta en cruz difundido en toda España, para concebir un hospital-palacio-panteón, cuyo referente más inmediato se encontraría en el Hospital de Tavera en Toledo. El edificio se organiza en torno a un patio central de tipo palaciego, al que se abre la capilla en el eje principal. A ambos lados de éste se sitúan dos naves, y en sus extremos laterales dos patios de planta rectangular. El conjunto queda cerrado por una gran crujía que proyecta al exterior una fachada a modo de gran paramento flanqueado por dos torres de planta cuadrada. En contraste con la austeridad que el edificio manifiesta externamente, en el interior la ornamentación se concentra en los frescos que decoran la capilla, sacristía, antesacristía y caja de escalera, y que constituyen uno de los pocos ejemplos de pintura mural del Renacimiento español.

[2] el deterioro de las pinturas del techo de la bóveda de la sacristía, debido a un descuido en el verano de 1989-90, durante las intervenciones de rehabilitación. Fueron bastantes los casetones centrales que se perdieron en la bóveda que albergaba las figuras de Saturno, Júpiter, Marte, Febo, Venus, Mercurio y Diana, reflejo de la visión cosmológica del momento, decoradas con grutescos de origen romano, según la Domus Áurea de Nerón; y cuyos dioses del Olimpo también se encuentran en el intradós de la entrada a El Salvador, siendo un valor que Úbeda posee por partida doble, pero que no valoramos suficientemente, pues son pocos los casos como éste que hay en toda España (creo que cinco), incluyendo los dos nuestros. Esta sacristía tiene un valor simbólico muy valioso…

sábado, 27 de enero de 2024

Grupo Escolar del General Saro o Eras del Alcázar de Úbeda. Cuarenta Años de la Clausura (1984-2024).

 

Grupo Escolar del General Saro o Eras del Alcázar de Úbeda. Cuarenta Años de la Clausura (1984-2024).

Juan Ángel López Barrionuevo

Edificio de viajeros del Conjunto de la estación del ferrocarril de Úbeda (Baeza-Utiel), y al fondo El Colegio del General Saro o del Alcázar de Úbeda. Ambas obras y proyectos impulsadas por el General Leopoldo Saro Marín, personaje histórico muy vinculado con la historia de la ciudad de los Cerros y que hizo mucho por ella... 


En próximas fechas, se va a inaugurar la regeneración del barrio y la puesta en valor de los restos arqueológicos de las Eras del Alcázar. Pero en esta ocasión, voy a hablar de un bien inmueble, que se sitúa en este lugar, me estoy refiriendo, al antiguo Colegio del General Saro, edificio con casi cien años, que este año se cumplen cuarenta años de que dejo de funcionar como centro docente y pasó a ser viviendas sociales.

Por Juan Manuel Almansa sabemos que en 1910, el Ayuntamiento vuelve a insistir en la necesidad de asignar dinero para construir nuevas escuelas, solicitando ayuda al Ministro de Fomento para tal fin. Igualmente, hacia 1912, el Círculo Católico de Obreros solicita establecer una escuela de párvulos dirigida por las hermanas de San Vicente de Paul en un barrio extremo de la población. Por su parte, la profesora María Jesús Carmona Barragán solicitaría la creación de una escuela de adultos, a imitación de otras existentes en la provincia, proyecto al que accede el consistorio costeando parte de los gastos.

En 1922 se planea la creación de los Grupos Escolares Nacionales ante el avanzado estado de ruina del Colegio de la Trinidad. Se decide fundar un grupo escolar en el Campo de la Libertad (Explanada), así como otras dos escuelas para niñas localizadas en otros barrios de la ciudad (adquiriendo el Ayuntamiento dos solares, ubicados en el Alcázar y el Cristo del Gallo). Las gestiones para hacer realidad este proyecto las llevó a efecto D. Leopoldo Saro y Marín, a quien se le agradecieron sus gestiones como intermediario ante el Gobierno.

En 1925, en que se encuentra una galería abovedada en el solar del antiguo Alcázar, al realizar los cimientos de los Grupos Escolares, relacionados con el Yacimiento Eras del Alcázar[1].

Se decide fundar un grupo escolar en el Campo de la Libertad (Explanada), así como otras dos escuelas para niñas localizadas en otros barrios de la ciudad (adquiriendo el Ayuntamiento dos solares, ubicados en el Alcázar y el Cristo del Gallo).

 Las obras de los tres centros fueron llevadas a cabo bajo la dirección del arquitecto Antonio Flores Urdapilleta, el contratista Fernando Forcé y los maestros de la localidad Juan Moreno y Miguel Campos Ruiz. Se tratan de tres construcciones idénticas, en estilo neomudéjar, realizados en ladrillo y piedra, y decoración de azulejos.

El Colegio del General Saro, al igual que las otros dos mencionados, se tratan de tres construcciones idénticas, realizados en ladrillo y piedra, de dos pisos y planta cuadrada dentro de la cual resaltan tres pabellones: uno central, ligeramente retraído y de menor altura y anchura; y dos en los extremos volumétricamente mayores y caracterizados por el uso de arcos de medio punto enjarjados en el nivel superior, con una cornisa volada de madera y elementos decorativos en cerámica. Todo el edificio se halla calado por ventanas adinteladas algunas de las cuales fueron transformadas seguidamente para reconvertirse en puertas de acceso

 


Aspecto actual del Grupo Escolar General Saro Y Eras del Alcázar

Por el historiador e hijo predilecto de Úbeda, Juan Gabriel Barranco Delgado estamos al corriente que El Colegio del Alcázar fue inaugurado en 1927, y denominado con nombre del gran benefactor e hijo adoptivo de Úbeda Leopoldo Saro Marín[2]. Llegada la república, en la sesión celebrada el 20-5-1931, se le cambió nombre por el de Pablo Iglesias y en la dictadura del General Franco se le volvió a poner el de General Saro. Este colegio estuvo en funcionamiento hasta la inauguración del colegio Matemático Gallego Diaz en 1984. Diremos también que, tras dejar de funcionar como Colegio en 1984, durante el curso 1984/1985 fue la primera sede del actual Colegio de Adultos.

Este antiguo grupo escolar, ha pasado diversas peripecias y metamorfosis por el tiempo -que han afectado especialmente a su interiores- ya que, en el año 1986, el Ayuntamiento de Úbeda, construye en el interior de este, 10 viviendas sociales con un presupuesto total de 150 MIL EUROS, 25 millones de la antigua peseta. Y, por último, en el año 1988, el Ayuntamiento, con un presupuesto de 108 MIL Euros, 18 millones de la antigua peseta, arregla los tejados de este inmueble.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

 

Bibliografía Consultada:

HISTORIA DE LA ENSEÑANZA EN ÚBEDA Juan Barranco Delgado. 2018.

 Urbanismo y arquitectura en Úbeda (1808-1931). José Manuel Almansa Moreno. Asociación Cultural Ubetense “Alfredo Cazaban Laguna” 2011.

XII de Gestión Democrática en el Ayuntamiento de Úbeda. 1991. Escuela Taller.

https://www.museoandaluzdelaeducacion.es/los-primeros-grupos-escolares-nacionales-de-ubeda/

https://www.castillosnet.org/fortificacion.php?r=J-CAS-210&n=Alc%C3%A1zar%20de%20%C3%9Abeda

 



[1]El Alcázar de Úbeda ocupó el Cerro de Ibiut, dando origen a la ciudad de Úbeda. En la actualidad se trata de un importante yacimiento arqueológico conocido como "Eras del Alcázar", uno de los sitios arqueológicos más importantes de Andalucía, tanto por la entidad histórica de sus bienes como por su estado de conservación. Sus registros revelan una ocupación ininterrumpida de más de 6000 años de antigüedad, identificando a Úbeda como una de las ciudades más antiguas (si no la mas antigua) de Andalucía y de Europa Occidental.

El solar del alcázar acogió civilizaciones neolíticas, argáricas y posteriormente ibéricas, dándole al cerro el típico aspecto de un oppidum fortificado. Después fue utilizado como atalaya por los ocupadores cartagineses y romanos, que mantendrían la ocupación del lugar.

Con la conquista árabe, esta eminencia defensiva fue fortificada aún más, convirtiéndose en una valiosa alcazaba que daba cobijo entre sus fuertes muros a toda una ciudad interior. Su recinto noble acogía el Palacio del Moro (posterior Casa Real), así como la aljama mayor (la actual Iglesia de Santa María) sobre los restos anteriores de un templo de culto romanizado y en origen un solar sagrado de sus nativos ibéricos.

La alcazaba fue el núcleo fundacional de la ciudad. Con el el tiempo nació un arrabal fuera del alcázar, en los terrenos más llanos bajo el cerro de Ibiut, que fue adquiriendo importancia hasta el punto de tener que ser cercado, construyéndose así el actual recinto amurallado de Úbeda, que separaba la ciudad nueva del alcázar. En el año 852, Haxen-Ben-Abdalaziz, ministro del emir de Córdoba, mandó fortificar Úbeda y Baeza. Por tanto, hasta ese momento Úbeda era solo la alcazaba.

Tras su reconquista, primero en 1212 y finalmente en 1234, la plaza fue reconstruida y fortalecida por la permanencia durante 3 siglos más del cercano Reino de Granada.

En 1368 tuvo lugar la incursión de Mohamed V y Pero Gil, que obligó a los moradores del casco urbano a refugiarse en el alcázar.

El alcázar era a todos los efectos una ciudad independiente dentro de otra ciudad, gobernado por el alcaide de manera totalmente independiente del Concejo de la ciudad, de ahí los continuos conflictos por el poder entre unos y otros. Los diferentes donadíos repartidos entre los infanzones y nobles repobladores del lugar ya no dejaron de dar problemas y disputas por sus respectivas jurisdicciones. El concejo de la ciudad y los alcaides del alcázar ya no dejaron sus continuas fricciones.

Dividida en bandos, la nobleza se enfrenta a muerte por la posesión de la alcaldía del alcázar. Pero caída Granada, la pérdida de valor militar de la fortificación será su sentencia de muerte. Así, en 1502, Isabel la católica ordena la demolición del Real Alcázar de Úbeda, vender su piedra, rellenar los fosos y entregar sus tierras al concejo. Esta destrucción, consumada en 1507, afectó inicialmente más a los muros y baluartes interiores.

En fechas muy posteriores, se fueron minando otras torres, como las del Huerto de Carvajal, desaparecidas en 1675, los muros de La Saludeja en 1677, y varios muros interiores en 1678 que sirvieron para construir el puente de Olvera sobre el río Guadalimar en Navas de San Juan. La milenaria y ciclópea Torre de Ibiut, origen mítico de la ciudad, aguantó hasta una fecha tan reciente como mediados del siglo XIX.

En el siglo XIX, comienzan los intentos por construir viviendas en su recinto adosadas a sus muros y a las murallas, declarándose una guerra total contra los restos que aún había. Ya dejados a su propia suerte, los muros que quedaban se van perdiendo hasta llegar al principio del siglo XX, cuando ya se ha convertido el mejor monumento y testigo de la historia de Úbeda en un erial.

La Torre de Tierra o Torre de Ibiut

La Torre de Tierra o Torre de Ibiut, también citada como Torre de Asdrúbal, es el punto mítico de fundación de la ciudad. Se encontraba en el recinto exterior del alcázar, muy cerca del claro del Salvador.

Después de 1850 fue demolida, hallándose entonces a los pies de sus cimientos diversos enterramientos, objetos extraños que no se catalogaron ni estudiaron, salvo algunas vasijas de tipo celta que se conservan en el museo, y gran cantidad de esqueletos de enorme dimensión que los lugareños mitificaron como gigantes.

Muy cerca a la torre aparecieron también varias sepulturas con antiquísimos objetos de oro, un brazalete en forma de serpiente y otros dijes, a los que no se concedió más importancia que el precio que pagó un platero para su fundición, y así se perdió para siempre una parte importantísima para esclarecer la historia antigua de la región.

[2] Leopoldo Saro Marín (Morón, Santa María del Puerto del Príncipe, actual Camagüey, 11 de enero de 1878 - Madrid, 19 de agosto de 1936) fue un general del ejército español.

Hijo del coronel de Infantería Lesmes de Saro y González y de María Martina Marín de Almansa. Muy joven ingresa en la Academia de Infantería y en1895 es destinado a Cuba con el empleo de 2º Teniente donde participa en numerosas acciones contra los insurgentes; regresa a la península pocos meses antes de la derrota en esa guerra.

De servicio en Madrid hasta que se desencadena en 1909 la Guerra de Melilla, donde es inmediatamente movilizado al frente. Desempeñó numerosas acciones contra el enemigo, destacandoen la dramática acción del Barranco del Lobo, por la que sería ascendido a Comandante y destinado de nuevo a Madrid, donde ocuparía diversos puestos en el Ministerio de la Guerra y el Estado Mayor Central hasta que es nombrado coronel del Regimiento Inmemorial del Rey Nº1.

 

En 1921 la Guerra del Rif vuelve a destinarle a África, donde se destaca en numerosas acciones bélicas junto a los generales Cabanellas, Sanjurjo y Dámaso Berenguer entre otros, por lo que sería ascendido al generalato.

El general Saro fue miembro del Directorio Militar creado en septiembre de 1923 bajo la presidencia del general Miguel Primo de Rivera. Poco aficionado a la política y más a las fatigas de la guerra, volvió rápidamente a África a organizar los preparativos del Desembarco de Alhucemas, donde dirigió con acierto una de las columnas de ataque, por cuya actuación es ascendido a General de División y el monarca le otorga la merced de Conde de la Playa de Ixdain.

 

De vuelta a la península promueve la creación -y preside- el Patronato de Casas Militares antes de ser ascendido a Teniente General, ocupando una de las capitanías generales.

Con la llegada de la Segunda República, el general Saro es separado del servicio y procesado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas por su actuación en el pronunciamiento de 1923, por lo que es sentenciado en 1932 por el delito de alta traición y auxilio, e ingresa en prisión, para ser amnistiado en 1934 y pasar a la situación de 2ª reserva.

 

Fue fusilado en Madrid el 19 de agosto de 1936 por milicianos republicanos.

Al margen de su carrera militar, promovió numerosas actividades para el desarrollo social, cultural y económico de la provincia de Jaén a la que estaba unido por lazos familiares. Destacan la construcción del ferrocarril Baeza-Utiel y la Comunidad de Regantes del Canal de Jandulilla, así como en Úbeda, la biblioteca municipal, varios grupos escolares, el Parador de Turismo, la reconstrucción de la Casa de las Torres, la Escuela de Artes y Oficios y el Teatro Ideal Cinema. Por todo ello y mediante suscripción popular, el escultor local y discípulo de Mariano Benlliure, Jacinto Higueras, erigió un monumento en su honor al que el escritor Antonio Muñoz Molina hace referencia en su novela Beatus Ille. La restauración de su estatua en la plaza de Andalucía deÚbeda generó polémica en 2006.1 Muñoz Molina se refiere a la citada plaza en la novela El jinete polaco como "la plaza del General Orduña" en Mágina, trasunto de Úbeda.

 

Era Gentilhombre de cámara con ejercicio del Rey Alfonso XIII y estaba en posesión de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, así como de numerosas condecoraciones nacionales y extranjeras

 

domingo, 24 de septiembre de 2023

Se Derrumban La Cúpulas de La Ermita de San Bartolomé, de Úbeda.

 

Cúpula derrumbada de San Bartolomé, Foto de Pablo Jesús Lorite

La Ermita se sitúa en San Bartolomé, situada en el núcleo poblacional de Úbeda, a 5 kilómetros de esta, precisa una actuación de urgencia en sus muros, ya que las cubiertas no existen, desde que hace unas semanas, se han derrumbado.





San Bartolomé es un antiguo templo que fue reconstruido a principios del S. XVIII, siendo más grande que el anterior y bajo la advocación de San Bartolomé y Nuestra señora de la Blanca. La ermita presenta al exterior un arco de medio punto rematado por una hornacina y al interior se conservan algunas yeserías. El tejado se encuentra totalmente derruido.

Desde la Asociación de Vecinos reivindican la atención del Obispado, propietario del inmueble, para su recuperación. Un espacio que bien podría seguir los mismos pasos que en su día se consiguieron para la Iglesia de San Lorenzo, o para la Ermita Madre de Dios del Campo, inmuebles recuperados por la iniciativa privada para el uso cultural o de ocio. Sería una de las salidas para evitar el derrumbe total de la Ermita de San Bartolomé, dicen desde la asociación vecinal.

Un espacio incluido desde el año 2010 en la Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra, el responsable de la ficha y la información que posibilitó la inclusión de esta es Juan Ángel López Barrionuevo, un ubetense comprometido con el patrimonio local y que ha sido objeto de reivindicaciones por parte de colectivos en pro de la recuperación del patrimonio como los Caballeros 24.

La actuación más urgente, según la Asociación de Vecinos de San Bartolomé, se sitúa en la reconstrucción de las cubiertas, para lo que han solicitado en múltiples ocasiones la intervención del Obispado, con el compromiso de que fueran los propios vecinos los que trabajaran posteriormente en el interior del templo.

Cerrada al culto en 1983, en todo este tiempo, dicen desde la asociación vecinal, tan solo se ha procedió a cercar la ermita para evitar peligros, así como labores de limpieza de escombros, tras el último derrumbe, pero no obstante sigue amenazando derrumbe, por ejemplo, el estado de la espadaña. Sí se pudo trasladar la pila bautismal que había en el oratorio, de estilo románico y datada en el siglo XIII. Se encuentra desde el año 2013, en una de las Capillas del Claustro de la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares de Úbeda, gracias a la gestión de la Asociación Cultural Ubetense “los Caballeros 24”.

No conseguiré entender por qué un número considerable de iglesias y ermitas de nuestros pueblos y ciudades han sido abandonadas de la mano de unos (la iglesia) y de otros (las instituciones). Alguien me puede decir que es un problema estrictamente eclesial, y puede tener razón, pero ante la desidia y su ineficacia, está el Estado, que con sus instituciones competentes debe salvaguardar estos monumentos sencillos, muchos, y de valor, otros. Son en su mayoría pequeñas iglesias de fábrica sencilla, espadaña y ábside de sillar labrado y el resto de mampostería.

Gracias a la descripción de Pablo Jesús Lorite, en su trabajo “Una aproximación a la historia de la parroquia rural de San Bartolomé de Úbeda”. sabemos cómo eran una de sus cúpulas del siglo XVIII, recientemente desaparecidas, como la del camarín: …Es un espacio definido en el Barroco con una pequeña cúpula de media naranja y una decoración de yeserías en gama celeste y con restos de algunas cenefas que evocan a un típico espacio recoleto de veneración sobre el presbiterio de un santuario mariano en el que existía un horror vacui y al que se puede acceder para venerar y rodear a la Virgen María….

 

 

lunes, 21 de agosto de 2023

Curiosidades Sobre las Farolas Fernandinas en Úbeda.

Sobre las Farolas Fernandinas en Úbeda.

Juan Ángel López Barrionuevo



En Úbeda, encontramos farolas de tipo Fernandino, en la calle Baja de El Salvador, estas instaladas en la década de 1990, en la Lonja de la Iglesia de la Santísima Trinidad instaladas en el año 2001, y en la Plaza 1 de Mayo, instaladas en el año 2010.


 

" Las farolas fernandinas no dejan de ser otro producto más de catálogo y no creo que diferencien a la ciudad, más bien al contrario, ya que al estar en cualquier ciudad española no contribuyen a monumentalizar una ciudad sino a vulgarizarla."

No hay razón objetiva para considerar "mejor" el mobiliario urbano que está actualmente de moda a principios del siglo XXI con el "fernandino", pues ambos son productos elaborados en serie.




En cualquier caso, aún ha sido más adecuado que en la actual renovación de la luminaria del centro histórico, por Led, se han respetado las farolas de forja que realizaron los hermanos Tiznajo, o el taller de Forja de la Escuela Taller, en las décadas de 1950, 1980 y 1990, para la mayoría de las callejuela y plazas de la Úbeda monumental.

 

¿Entonces, cuáles son las farolas ubetenses de verdad?

Pues, por ejemplo, las que se crearon en la Plaza del Ayuntamiento o en la Plaza de Vázquez de Molina.


En Úbeda, encontramos farolas de tipo Fernandino, en la calle Baja de El Salvador, estas instaladas en la década de 1990, en la Lonja de la Iglesia de la Santísima Trinidad instaladas en el año 2001, y en la Plaza 1 de Mayo, instaladas en el año 2010.

Por ello, es curioso que algunos nos vendan, que las farolas fernandinas como lo más ubetense del mundo o que sea el tipo de farolas que le pinta a una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad, un tipo de farola que se creó en 1832 para decorar la ciudad de Madrid y que toma el nombre de Fernando VII (aunque muchos pensarían que tenía algo que ver con nuestro San Fernando). Desde Madrid se fueron distribuyendo por toda la geografía española y hoy es fácil ver la farola fernandina en cualquier ciudad y pueblo de España. Por lo tanto, de ubetense, nada y "de toda la vida", menos. ¿Entonces, cuáles son las farolas ubetenses de verdad?

Pues, por ejemplo, las que se crearon en la Plaza del Ayuntamiento o en la Plaza de Vázquez de Molina.

Llegados a este punto podemos barajar tres vías. La primera, recuperar el verdadero mobiliario urbano de la ciudad para aquellas zonas donde aún se conserve el patrimonio monumental heredado de siglos pasados. La segunda, seguir colocando farolas fernandinas y repetir hasta la extenuación que son "las de toda la vida". Por último, hay una tercera opción que considero la más interesante y atractiva, fabricar un mobiliario nuevo, contemporáneo pero acorde con el entorno donde se asiente; volver a dar la oportunidad a nuestros artistas y diseñadores de participar en la imagen de la ciudad, como se ha hecho durante siglos. De esta forma ganaríamos un nuevo mobiliario urbano, propio y de diseño, no de catálogo.  

 

EL FAROL FERNANDINO: ORIGEN Y DIFUSIÓN

Sin lugar a dudas, el farol fernandino constituye uno de los modelos más populares destinado al alumbrado urbano de numerosas localidades españolas desde hace casi 200 años. Bajo su luz, los cambios económicos, políticos y sociales experimentados en nuestro país han sido tan extraordinarios que parece mentira que todavía pervivan, en su forma original o adaptada a los nuevos tiempos, tantos ejemplos de este típico farol.

Existen varias explicaciones del nombre, lo más probable es que el término provenga de Fernando VII bajo cuyo reinado se instalaron los primeros en Madrid. 

Con ligeras actualizaciones de tipología, el farol fernandino conserva siempre su acristalado en forma cilíndrica rematado en la parte superior con una cúpula con corona a la que se superpone otra más pequeña. En la base, habitualmente se muestra el emblema también coronado del monarca (en forma de dos efes contrapuestas y un VII) y, bajo el mismo, la fecha 1832, año de nacimiento de la infanta María Luisa Fernanda (a la que también se atribuye el calificativo de la farola).

 

Como acabamos de señalar, según la historia, estas farolas se colocaron en honor al nacimiento de la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón, segunda hija del rey, que nació el 30 de enero de 1832. Desde entonces hasta nuestros días, algunos de estos elementos del mobiliario urbano se han conservado en sus lugares originales, en una serie de puntos clave de la ciudad, viendo pasar y, alumbrando, durante muchos años diferentes momentos de la historia madrileña.

A mediados del siglo XX el arquitecto municipal de Madrid Victor D´Ors diseña un farol tomando como base el Fernando VII, se le conoce como Farol Fernandino, a partir de este modelo, se tomó referencia para todas las farolas Fernandinas en la geografía española.

Por último, como ya he dicho tantas veces el término "fernandino" es por Fernando VII, aunque en ciudades como Córdoba se observa en las iglesias el estilo fernandino en referencia a Fernando III​ y también las farolas fernandinas en referencia a Fernando VII. ​corona almenada se estiliza, semejando una corona de  hojas. 

Fuente.

 Wikipedia

https://callejeartemadrid.com/2017/01/30/curiosidades-las-farolas-fernandinas/

http://madridmetropolis.blogspot.com/2013/03/farolas-faroles-y-candelabros-de-madrid.html 

lunes, 3 de julio de 2023

La clara influencia heredada de la sacristía de la Catedral de Sigüenza en la Sacristía de El Salvador de Úbeda

 Juan Ángel López Barrionuevo

Úbeda nunca se paró. La ciudad evidentemente ha cambiado a lo largo de los últimos cinco siglos, pero ello no significa que el desarrollo de la ciudad haya dañado sustancialmente su patrimonio artístico. La declaración de la UNESCO como ciudad Patrimonio de la Humanidad viene a corroborar este hecho, y anima a mantener, pero también a recuperar.
Uno de los edificios más decorosos de la ciudad, es la monumental capilla funeraria de El Salvador del Mundo, que cierra por el Este una de las plazas que, con mayor razón se puede llamar monumentales: la de Vázquez de Molina.

Obra capital del renacimiento español en su fase de transición desde el plateresco, este templo, es fundación del mecenas Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos I y Adelantado de Cazorla, es diseñada por Diego de Siloé, con la apasionada y decisiva intervención del francés Esteban Jamete, constituye una tesis doctoral de Andrés de Vandelvira. En frase de Chueca Goittia añade: “… El Salvador no es Vandelvira, pero en el Salvador está Vandelvira y de allí ha de salir…”.

(La Sacristía De El Salvador).

Según la enciclopedia Católica, la Sacristía (del latín sacrastia) Es una parte del templo, o anexo a él, donde se guardan los ornamentos, los adornos litúrgicos, los vasos sagrados y otros artículos de valor, y donde se reúne el clero para revestirse antes de las diferentes ceremonias eclesiásticas. Corresponde al secretarium o diaconicum de antaño. Actualmente es práctica casi universal tener la sacristía directamente detrás del altar principal o a ambos lados del mismo. La sacristía debe estar provista de muebles y cajones, debidamente etiquetados, para los ornamentos correspondientes a los diferentes tiempos litúrgicos, en sus colores apropiados; un crucifijo o alguna imagen conveniente ante la que el clero debe hacer una reverencia antes de entrar al santuario o al regresar de él.

De la monumentalidad de la Capilla de El Salvador, recalcaremos de un modo especial la sacristía; obra de Andrés de Vandelvira, con medallones, cariátides y otras decoraciones. Es una sacristía donde Vandelvira se lució especialmente. Debió imaginar cómo el resto de los mortales miraríamos aturdidos las bóvedas que cubren esta dependencia.

Dicha sacristía está considerada como una de las principales obras del renacimiento español, con una riquísima decoración escultórica, simbolizando vicios y virtudes, obra del francés Esteban Jamete.

Con arcos que dejan huecos para alojar las cajoneras, está decorada con toda clase de figuras, bustos y alegorías corpóreas. El entablamento está sostenido por cariátides que, a su vez, descansan en cabezas humanas.

Además, este espacio reservado a la clase clerical, con una programática decoración escultórica a la manera miguelangelesca, obra del escultor Esteban Jamete, presenta un complejo e intelectual programa de contenido clásico, filosófico y moral. Motivos heráldicos, cariátides, atlantes, ocho ángeles apocalípticos coronando las claves de los arcos, ocho medallones con alegorías humanizadas y doce sibilas entre proféticas y apocalípticas, representan una visión pagana, cristiana y glorificadora por la que el Salvador del mundo era el Salvador de la familia de los Cobos.

Hay curiosas opiniones, de esta admirable obra de arte, a lo largo de los años, así, los viajeros Pi y Margall, se expresaron hace más de dos centurias sobre esta fachada:”… arte que únicamente habla a los sentidos…” “…es la iglesia más pagana y sensual del Renacimiento andaluz”, y el catedrático y profesor Joaquín Montes Bardo”…cabe señalar la complejidad de este monumento funerario, el cuál se mezclan, el pensamiento de Erasmo o el discurrir de la liturgia católica…”

Sacristía de El Salvador de Úbeda




Sacristía de la Catedral de Siguenza

En realidad, no es un producto artístico legítimo, ya que la Sacristía del Salvador tiene la clara influencia heredada de la sacristía de la Catedral de Sigüenza de Alonso de Covarrubias, conocida como la Sacristía de las Cabezas.

La Sacristía de las Cabezas es una de las obras de arte renacentistas españolas más importantes gracias a la curiosa decoración de sus bóvedas

La Sacristía de las Cabezas es una de las obras de arte renacentistas españolas más importantes gracias a la curiosa decoración de sus bóvedas. Una joya enclavada en la Catedral de Sigüenza que, en ocasiones, pasa desapercibida. Construida en el siglo XVI en pleno corazón del centro histórico, es una de las visitas imprescindibles en la provincia de Guadalajara. Está declarada Bien de Interés Cultural desde el 3 de junio de 1931.

Junto a la Sacristía del Salvador de Úbeda, es un ejemplar único en España, puesto que aún conserva figuras propias de la mejor época del movimiento. Este famoso monumento se construyó entre 1531 y 1561, diseñado por el célebre Alonso de Covarrubias. En su ejecución intervinieron diversos maestros, como Francisco de Baeza, cuya intervención como aparejador está documentada, Nicolás de Durango en 1535, y el segundo maestro Martín de Vandoma, entre otros.

Vamos ahora, finalmente, con la par­te ornamental que ha dado el nombre a este recinto y conquistado para él la fama universal: esas 304 cabezas de su bóveda, que, a manera de artesonado, pétreo, lanzan constante su ru­mor, su vago decir, su lento y blanco llorar de siglos sobre los admirados rostros de quienes hasta ellos llegan. Sin entrar en la literaturización que, por otra parte, merece esta obra, di­remos que cada uno de los sectores de la bóveda posee 19 hileras, con 4 cabezas cada una. Las 9 de una vertiente se orientan en el sentido ver­tical que permite su lógica visión, lo mismo que las otras 9 de la vertiente contraria. Tan sólo en las cuatro caras de las hileras centrales, de la clave, se permite el artista una orientación distinta, pero meditada y equilibrada, como corresponde el estilo arquitec­tónico, riguroso y sistemático, en que se construye el conjunto. Damos aquí esta distribución como aportación al estudio completo de esta bóveda.

Se orientan las caras de estos me­dallones claves con arreglo a un eje que va desde la ventana al rosetón (E.‑O.); y, adoptando por parte exter­na de la sala la correspondiente a Le­vante, tenernos que en el primer sec­tor de la bóveda las tres caras exter­nas miran hacia dentro las dos in­ternas lo hacen hacia fuera. En el segundo sector, las dos caras externas miran hacia dentro, y las dos internas lo hacen hacia fuera. En, el tercer sec­tor, la primera y tercera miran hacia el interior, y la segunda, y cuarta es orientan hacia la ventana. En el cuar­to sector, el más interno, la cara externa mira hacia dentro, y las tres siguientes lo hacen hacía fuera. De esta manera, sin que en ningún sector es vea el mismo orden, guardan todos ellos un equilibrio perfecto. 

Pasando ahora al estudio iconográ­fico de estos 304 medallones, hemos de decir que en ellos aparecen los más diversos tipos que la imaginación puede concebir. Contemplar tal cantidad de gestos, de actitudes, de penas y alegrías conjuntadas, de pobrezas y dignidades confundidas, originan una tormenta anímica de la que uno se recupera ya difícilmente. Creemos que, en parte solamente, es esto techo una galería de retratos. Aparecen, si, diversos bustos de obispos, canónigos, religiosos, bachilleres, dignidades civiles, etc., ataviados a la usanza, de mitad del siglo XVI, que podrían muy bien ser personajes contemporáneos del artista que trazara y tallara sus rostros. En una gran mayoría de ellos, sin embargó, no se ha pretendido más que el efecto estético del poder y la fuerza que emanan de la plumilla y la plumilla del escultor.

 

Fuente: Wikipedia.

Fotos de Julio Pazos

jueves, 29 de junio de 2023

EL RELOJ MUDO DEL PATIO DEL HOSPITAL DE SANTIAGO.

 

Patio  del Hospital de Santiago y Fachada de la Capilla. Foto de Tomi Barrionuevo. En la Actualidad

Juan Ángel López Barrionuevo

A quienes nos ha tocado vivir en el siglo XX, y las primeras décadas de este siglo XXI, nos puede parecer que la medida del tiempo siempre ha consistido en mirar el aparato de mecanismo artificioso que se suele llevar como pulsera. Es un gesto que se ha hecho familiar. Si acaso el reloj se para - cosa muy rara en los últimos tiempos - conectamos la radio. En medio de la programación, entre noticias y música, se oyen varios pitidos breves seguidos de otro más largo. Esa es la hora en punto, exacta, que entrega la señal horaria que trasmite el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile

La medida del tiempo y, sobre todo, la utilización de relojes como los actuales se ha logrado tras muchos siglos de trabajos, estudios y de pruebas con aparatos de muy diversos tipo.

Así desde tiempo inmemorial, el hombre ha tratado de contabilizar el paso del tiempo para organizar nuestra vida y ordenar nuestro destino. Las civilizaciones antiguas lo hacían ligándolo a la alternancia del día y de la noche, así como a los ciclos de la Luna. Pero poco a poco el ingenio de nuestros antepasados fue creando aparatos capaces de fraccionar los períodos de luz y tinieblas con exactitud creciente.

Primero fue el reloj solar, que indicaba los momentos del día gracias al movimiento de la sombra del Sol sobre una superficie plana, con un cuadrante. Los arqueólogos descubrieron que los chinos lo usaron unos 3.000 años antes de Cristo, empleándolo también los egipcios y los incas. Claro que éste no funcionaba de noche ni en días muy nublados, y tampoco en el crepúsculo o el amanecer. Además, los cuadrantes tenían que modificarse según las diferentes latitudes terrestres por variar la inclinación de los rayos solares, y la medición en general no era muy segura porque la duración de los días es distinta en cada época del año. Relojes de sol similares lo encontramos en Úbeda, en numerosos inmuebles como el Hospital de Santiago, Convento de la Victoria, Casas del Concejo, Iglesia de San Nicolás, Iglesia de El Salvador…

Alrededor del siglo III de nuestra era, cuando el hombre pudo por fin dominar el arte de la elaboración del vidrio, apareció por fin el hoy famoso reloj de arena, con dos recipientes unidos por una estrecha garganta. La arena debía estar completamente seca y encontrar mecanismos que impidiera humedecerse, puesto que sin estos requisitos el reloj de arena ya no funcionaba normalmente.

Bastante tiempo hubo que esperar para que las maquinarias comenzaran su reinado. Hacia el año 1300 estos mecanismos ya eran habituales en los relojes de algunas iglesias europeas, al punto que el reloj de este tipo más antiguo que se conserva todavía en buen estado de funcionamiento es el de la Catedral de Salisbury, Inglaterra, instalado en el año 1386.

Sin embargo, el reloj de pesas ganaría eficiencia con el descubrimiento de la Ley del Péndulo, enunciada por Galileo Galilei hacia el año 1600. Gracias a esto, el matemático y físico holandés Christian Huyghens aplica el péndulo en los relojes con curva cicloidal en 1650, aplicando este sistema sobre un reloj de pared.

Ya entonces, sin embargo, habían pasado unos cien años desde los primeros relojes a cuerda inventados en la ciudad alemana de Nuremberg, lo que permitía la construcción de relojes portátiles. De esta época viene la fama de Ginebra como célebre centro relojero.
A quienes nos ha tocado vivir en el siglo XX, y a principios de este tercer milenio, nos puede parecer que la medida del tiempo siempre ha consistido en mirar el aparato de mecanismo artificioso que se suele llevar como pulsera. Es un gesto que se ha hecho familiar. Si acaso el reloj se para - cosa muy rara en los últimos tiempos - conectamos la radio. En medio de la programación, entre noticias y música, se oyen varios pitidos breves seguidos de otro más largo. Esa es la hora en punto, exacta, que entrega la señal horaria que trasmite el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile

La medida del tiempo y, sobre todo, la utilización de relojes como los actuales se ha logrado tras muchos siglos de trabajos, estudios y de pruebas con aparatos de muy diversos tipo.

Así desde tiempo inmemorial, el hombre ha tratado de contabilizar el paso del tiempo para organizar nuestra vida y ordenar nuestro destino. Las civilizaciones antiguas lo hacían ligándolo a la alternancia del día y de la noche, así como a los ciclos de la Luna. Pero poco a poco el ingenio de nuestros antepasados fue creando aparatos capaces de fraccionar los períodos de luz y tinieblas con exactitud creciente.

Primero fue el reloj solar, que indicaba los momentos del día gracias al movimiento de la sombra del Sol sobre una superficie plana, con un cuadrante. Los arqueólogos descubrieron que los chinos lo usaron unos 3.000 años antes de Cristo, empleándolo también los egipcios y los incas. Claro que éste no funcionaba de noche ni en días muy nublados, y tampoco en el crepúsculo o el amanecer. Además, los cuadrantes tenían que modificarse según las diferentes latitudes terrestres por variar la inclinación de los rayos solares, y la medición en general no era muy segura porque la duración de los días es distinta en cada época del año. Relojes de sol similares lo encontramos en Úbeda, en numerosos inmuebles como el Hospital de Santiago, Convento de la Victoria, Casas del Concejo, Iglesia de San Nicolás, Iglesia de El Salvador…

Alrededor del siglo III de nuestra era, cuando el hombre pudo por fin dominar el arte de la elaboración del vidrio, apareció por fin el hoy famoso reloj de arena, con dos recipientes unidos por una estrecha garganta. La arena debía estar completamente seca y encontrar mecanismos que impidiera humedecerse, puesto que sin estos requisitos el reloj de arena ya no funcionaba normalmente.

Bastante tiempo hubo que esperar para que las maquinarias comenzaran su reinado. Hacia el año 1300 estos mecanismos ya eran habituales en los relojes de algunas iglesias europeas, al punto que el reloj de este tipo más antiguo que se conserva todavía en buen estado de funcionamiento es el de la Catedral de Salisbury, Inglaterra, instalado en el año 1386.

Sin embargo, el reloj de pesas ganaría eficiencia con el descubrimiento de la Ley del Péndulo, enunciada por Galileo Galilei hacia el año 1600. Gracias a esto, el matemático y físico holandés Christian Huyghens aplica el péndulo en los relojes con curva cicloidal en 1650, aplicando este sistema sobre un reloj de pared.

Ya entonces, sin embargo, habían pasado unos cien años desde los primeros relojes a cuerda inventados en la ciudad alemana de Nuremberg, lo que permitía la construcción de relojes portátiles. De esta época viene la fama de Ginebra como célebre centro relojero.

El avance del reloj había sido importante, aunque quedaban cuestiones sin resolver como el desgaste de las piezas y la consiguiente inexactitud en la medición del tiempo. Este aspecto logró ser modificado por Nicolás Faccio en 1704, utilizando rubíes y zafiros como pivotes de los mecanismos de los relojes. Hoy día, contamos con una inusual variedad de tipos y calidades de relojes: artesanales, eléctricos, cronómetros, despertadores, de pulsera, atómicos, digitales, etc.

EL RELOJ MUDO DEL PATIO DEL HOSPITAL DE SANTIAGO.


Por el historiador Gines Torres Navarrete, sabemos que este reloj, proviene de las Antiguas Casas Consistoriales y se supone que se creò tras la edificación del citado inmueble. En 1873 y tras el traslado de las Casas del Concejo al Palacio de las Cadenas; el citado reloj se traslada al frontal de la Capilla del Hospital de Santiago.

En 1980, tras el cierre definitivo del edificio, como casa de caridad y centro religioso; el reloj del patio y las campanas de las torres traseras ya no funcionan, ojalá el actual equipo de gobierno le vuelva dar vida al reloj y a las campanas de las torres de la antigua capilla (hoy auditorio) para que marquen las horas y los acontecimientos culturales que se desarrollan en el antiguo Hospital de Santiago.



Fachada de la Capilla del Hospital de Santiago, antes de su desafortunada restauración. Foto Gabriel Delgado Juan.

El avance del reloj había sido importante, aunque quedaban cuestiones sin resolver como el desgaste de las piezas y la consiguiente inexactitud en la medición del tiempo. Este aspecto logró ser modificado por Nicolás Faccio en 1704, utilizando rubíes y zafiros como pivotes de los mecanismos de los relojes. Hoy día, contamos con una inusual variedad de tipos y calidades de relojes: artesanales, eléctricos, cronómetros, despertadores, de pulsera, atómicos, digitales, etc.

EL RELOJ MUDO DEL PATIO DEL HOSPITAL DE SANTIAGO.


Por el historiador Gines Torres Navarrete, sabemos que este reloj, proviene de las Antiguas Casas Consistoriales y se supone que se creò tras la edificación del citado inmueble. En 1873 y tras el traslado de las Casas del Concejo al Palacio de las Cadenas; el citado reloj se traslada al frontal de la Capilla del Hospital de Santiago.

En 1980, tras el cierre definitivo del edificio, como casa de caridad y centro religioso; el reloj del patio y las campanas de las torres traseras ya no funcionan, ojalá el actual equipo de gobierno le vuelva dar vida al reloj y a las campanas de las torres de la antigua capilla (hoy auditorio) para que marquen las horas y los acontecimientos culturales que se desarrollan en el antiguo Hospital de Santiago.