Datos Curiosos sobre Las Capillas Hornacinas de la Sacra Capilla de El
Salvador
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Interior de la Sacra Capilla de El Salvador años 1930 |
Juan Ángel López
Barrionuevo.
La Sacra Capilla del
Salvador del Mundo es un templo construido bajo patrocinio
de Francisco de los Cobos como panteón anexo a su palacio de Úbeda.
Formaba parte de un extenso programa artístico compuesto de Palacio,
Universidad y Hospital que representaban la fortuna y gloria que alcanzó el
secretario.
El Salvador fue la
empresa más ambiciosa de toda la arquitectura religiosa privada del Renacimiento
español. Declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931 y Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco en 2003.
El interior fue diseñado
en su mayor parte por Diego de Siloé como templo funerario, con
una gran rotonda y una nave añadida, quedando la rotonda para los nobles,
y la nave para el pueblo.
Siloé conjuga en la
planta una grandiosa y simbólica rotonda de forma circular, inspirada en el
Santo Sepulcro de Jerusalén, y un rectángulo que forma una nave longitudinal
que recuerda a las basílicas romanas.
La parte basilical está
dividida en tres tramos cubiertos por bóvedas vaídas y decoradas con falsos
nervios. Cada tramo está delimitado por columnas corintias de orden gigante
sobre pedestales que albergan capillas-hornacinas entre sus contrafuertes. En
las capillas había esculturas, reliquias, orfebrería y pinturas
mayoritariamente procedentes de Italia donadas por su fundador que, o bien
fueron destruidas en la Guerra Civil o trasladadas a otros lugares.
Muy poco se ha hablado de
estas capillas-hornacinas, tan solo tenemos datos gracias a las aportaciones,
de los historiadores Campos Ruiz, Miguel Ruiz Prieto, Juan Pasquau, Juan Ramón
Martínez Elvira y José Manuel Almansa.
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Detalle Grupo Escultórico de la Oración en el Huerto |
– Comenzamos con la primera,
que se sitúa en la nave del Evangelio, es la antigua Capilla de Nuestro Señor
de la Oración en el Huerto o Capilla de Nuestra Señora de las Angustias: Por
Juan Ramón Martínez Elvira, sabemos lo siguiente: …Cerrado el Hospital de
Santiago, pasó la cofradía de Jesús en el Huerto, a la Capilla del Salvador,
tras solicitar el debido permiso al Duque de Medinaceli y Alcalá, don Rafael de
Medina Villalonga, patrono de la fundación. La autorización fue concedida
mediante carta fechada en la Casa de Pilatos de Sevilla el 2 de mayo de 1979.
Era por entonces su capellán don Cristóbal Cantero, quien, junto al escultor
don Juan Luis Vassallo, también consultado, opinó favorablemente acerca de la
instalación de las imágenes con sus tronos en dicho lugar, desde donde hicieron
su primera salida en 1980. En la autorización citada se destinaban a las
imágenes las dos capillas más próximas puerta principal, pero al tener este
escalón (por situarse su suelo en un nivel superior), tanto el grupo del Señor
como la Virgen acabaron instalados en los nichos-capilla inmediatos a la reja:
el del Señor, a la izquierda; el de Nuestra Señora, a la derecha. Sin embargo,
bien pronto la ubicación de la cofradía en el Salvador comienza a ser precaria,
pues ya en 1982 se hablaba que por reparaciones en el Salvador había que
llevarse los tronos de allí, lo que, finalmente, no se efectuó. La desaparición
de don Cristóbal, que se había mostrado siempre favorable a la cofradía y la
indiferencia del nuevo capellán minaron el ánimo del Duque de Segorbe, don
Ignacio Medina Fernández de Córdoba, sucesor de don Rafael, su padre, en el
patronato de la Sacra Capilla. Existía además la condición, reflejada en la
carta referida, de que los tronos e imágenes se guardarían en el Salvador
mientras durasen las obras en el Hospital de Santiago. Por todo ello, el nuevo
patrono empieza a exhortar desde 1990 a que los tronos e imágenes la abandonen,
lo que se hizo, definitivamente, en la primera quincena de junio de 1994, en
que se desmontan las tallas y el trono de la Virgen tronos se llevan a la Casa
de la Cofradía. El del Cristo se trasladó a Priego para su restauración. No
obstante, en 1995 volvió a salir del Salvador -por última vez-, pese a tener ya
sede en San Pablo…
Gracias a Almansa Moreno,
acerca de esta capilla, aquí estaba la Piedad de Sebastiano del Piombo
(actualmente en depósito en el Museo del Prado, Madrid), «cuya imagen
pintada en una gran piedra de mármol negro, regalo del gran patrono D. Baltasar
de los Cobos, es de sobresaliente mérito y se halla colocada en el testero, encima
de una pequeña puerta que da paso a la Sacristía y parte de la iglesia,
separada por la verja»[1].
Sabemos que esta pintura fue una donación que Ferrant Gonzaga realiza a Cobos
hacia 1539 y que ya aparece en el inventario de 1563 como «otro grande de nuestra
señora con su hijo en braços».
Sin embargo, cuando Ruiz
Prieto visita la Capilla nos dice que «el moderno altar, que hoy tiene la
advocación de San Juan Nepomuceno y también de los Reyes, lo adorna un cuadro
del Santo muy moderno y de escaso mérito». Todo parece indicar que la pintura
de la que hace mención es la realizada por José Lucas García Espantaleón en
1797, al que se le habían encargado dos pinturas «que se han de colocar en los
dos Retablos que se están haziendo para la misma Sacra Cª. […] de dos varas
menos tercia de ancho, zinco pies de Rey, y de alto tres varas […] el primero
de Sn. Juan Nepomuzeno incado de Rodillas con el Ropage de Canónigo de Praga en
Bohemia, estola encarnada, y cruz pendiente del cuello, pequeña, con su
Cruzifijo en la mano, elevada mirando un Rompimt. de Gloria, con dos Angeles,
vestidos, el uno con el laurel del martirio, y otro con la Palma, diferente
adorno de Serafines; un lexos donde se demuestre el Río Moldava, tendido el
Sto. sobre las aguas que corren por bajo de los Arcos de un Puente, con las
Zinco Estrellas que rodeaban su Cabeza, y descubrieron su santo cuerpo, que
arrojaron della los ministros de el Rey Wenceslao, asomados estos en ademan de
admirar al qe. contemplavan ahogado y sumergido en sus corrientes». También nos
informa el contrato que los retablos los estaría ejecutando por aquellos meses
el tallista jiennense Gregorio Manuel López.
Finalmente, mencionar que
sobre la hornacina aún se pueden ver una moldura floral, que serviría para
enmarcar «un tríptico (cuadro a la romana, como se dice en los inventarios
antiguos), donde está pintada la Virgen de las Angustias, en la tabla central,
y en las laterales dos figuras que parecen un rey y San José» del que habla
Ruiz Prieto. Sobre esta pintura, posiblemente se trate del tríptico que en el
inventario de 1568 figuraba como «otro pequeño de la quinta angustia con sus
puertas»[2], y que Diego Angulo lo
identificaba como obra de Pieter Coecke y que, hacia 1930, se encontraba en
paradero desconocido.[3]
A continuación, nos
situamos ante la Capilla de las Ánimas, se localiza en el lado de la Epístola,
a los pies del templo y cerrada con una verja de madera con restos de molduras
vegetales (posiblemente del siglo XVII), por Juan Pasquau[4], sabemos que en este lugar
se produjo, el proceso de beatificación y canonización que comenzó en 1627
y concluyó en 1730, de San Juan de la Cruz. Fue beatificado en 1657 por el papa
Clemente x y canonizado en 1726 por Benedicto XIII.
Antaño esta capilla era
conocida como del Santo Cristo de la Caña, «por la efigie que lo representa,
que es de talla, labrado en Caña de Indias, bastante bien hecho». Todo
parece indicar que se trataría de un crucificado, pues aún quedan los restos de
los anclajes de la imagen (en la parte central de la capilla-hornacina
central), así como restos de pinturas en el muro en donde, a pesar de su mal
estado de conservación y estar muy oscuras, se reconocen las figuras de la
Virgen María acompañada por María Magdalena a la izquierda y San Juan a la derecha[5]. En el intradós del arco
aún se conserva una abigarrada ornamentación vegetal, igualmente en mal estado
de conservación.
Como comentaba Ruiz
Prieto, «en otros tiempos estaba esta capilla lujosamente adornada, con otro
altar y cuadros notables, que hoy no existen, entre ellos un San Francisco del
Ticiano, de incalculable mérito que no hemos podido averiguar dónde fue a
parar». Entre esas obras, se podrían localizar un cuadro de la «Natividad de
Cristo» atribuido a Pedro de Orrente (regalado por el capellán Cuevas) y un
cuadro de «Santa Rosalía» que ya en tiempos de Ruiz Prieto se exhibirían en la
sacristía.
Primera al lado del
Evangelio, tenemos la Capilla de San Gregorio: de ella decía Ruiz Prieto
que no existía nada que llamara la atención.
Todo hace pensar que aquí
se ubicaría el segundo retablo y la pintura realizados por Gregorio Manuel
López y José Lucas García Espantaleón. En él se representaría a San Felipe Neri
«incado de Rodillas sobre la Grada de un Altar vestido de sacerdote, con
Casulla encarnada, e imitando al oro, en ademan de admirar la Ymagen de Dolores
qe. se le apareze al tiempo de ir a decir Misa, que cubra el mismo Altar, y al
lado dos Ángeles, el uno con el Bonete, y el otro con un Ramo de Azuzenas
símbolo de su Castidad, y pureza, y lasª. Rodeada de Angeles, y Serafines».
Al igual que en la
anterior capilla, aún existe la moldura floral que enmarcaría un tríptico «que
representaba el descendimiento de la Cruz, por lo que este altar y capilla se
llamaba de la Santa Cruz; se llevó el tríptico a la Sacristía y se puso otro
que representaba a Nuestra Señora de los Ángeles, con otras dos imágenes en los
lados», y que Angulo Iñiguez identifica como obra del Maestro de las figuras de
medio cuerpo.
Como ya se mencionó anteriormente,
en esta capilla recibió culto desde 1979 hasta 1994, la imagen titular de la
Virgen de la Esperanza, de la Cofradía de La Oración en el Huerto.
Por último, en el lado del evangelio, a los pies del templo,
tenemos la Capilla de la Virgen de Belén: igualmente en mal estado de
conservación, está delimitada por una verja de madera de idénticas
características a la capilla del Cristo de la Caña (que se encuentra
frontalmente a ésta). En la actualidad existen restos de cortinajes que
enmarcarían un retablo, en donde se localizaría el lienzo de la Virgen de
Belén, «y un Ecce-homo de bastante mérito, que la tradición supone fue regalado
por D. Juan de Austria al Marqués de Camarasa, D. Baltasar de los Cobos y
Luna, y que en el año 1696 se trajo a esta iglesia».
Biografía Consultada:
Semana
Santa en Úbeda. Juan Ramón Martínez Elvira. Unión de Cofradías de Semana Santa
de Úbeda. Graficas Minerva. Año 2010.
Biografía
de Úbeda. Juan Pasquau. Asociación Pablo de Olavide. 1982
Ruiz
Prieto, Historia de Úbeda; Historia Eclesiástica. Edición digital. Asociación
Alfredo Cazaban.
ANGULO
ÍÑIGUEZ, Diego. «Los trípticos de El Salvador». Don Lope de Sosa, nº 206, Febrero,
1930.
CAMPOS
RUIZ, Miguel. «Úbeda. La Sacra Capilla del Salvador». Don Lope de Sosa, nº 35,
Noviembre 1915.
El
mecenazgo del marquesado de Camarasa en el siglo XVIII. La ornamentación de la
Sacra Capilla del Salvador, Úbeda José Manuel Almansa Moreno Universidad de
Jaén.
Juan
Ángel López Barrionuevo.
[1] RUIZ PRIETO, M. Op. Cit., pp.
195-196. Actualmente el altar está presidido por una reproducción hecha en
porcelana de la Piedad.
[2]
A.H.M.Ú., F.P.N., Antón de Cazorla. Leg. 995, flos. 170-189. Úbeda, 4-XII-1568
[En] RUIZ RAMOS, Francisco Javier. La Sacra Capilla de El Salvador de Úbeda.
Estudio histórico-artístico, iconográfico e iconológico. Úbeda: Asociación
Cultural Ubetense «Alfredo Cazaban Laguna», 2011, p. 16
[3]
ANGULO ÍÑIGUEZ, Diego. «Los trípticos de El Salvador». Don Lope de Sosa, nº
206, Febrero, 1930. Los trípticos a los que se refiere el historiador eran «La
Adoración de los Reyes» de Joos van Clef o Cleves o de su taller, «El Santo
Entierro» del Maestro de las figuras de medio cuerpo, «La Virgen de la Manzana»
atribuido al Maestro de la Santa Sangre, así como «La Adoración de los Reyes» y
«El Calvario» de Pieter Coecke. De este pintor existe constancia de una tabla
con el mismo tema, que actualmente se conserva en la Casa de Pilatos de
Sevilla.
[4] En una
de estas capillas se reunió el tribunal eclesiástico que incoó el expediente de
canonización de San Juan de la Cruz; en la misma en que se veneraba el Cristo
de la Caña, de procedencia sudamericana(siglo XVI), ...
[5]
En el centro de la capilla se conserva un pequeño nicho avenerado, posiblemente
construido en el siglo XVI, y posteriormente ocultado por la ornamentación
barroca.