Grupo Escolar del General Saro o Eras del Alcázar de Úbeda.
Cuarenta Años de la Clausura (1984-2024).
Juan Ángel
López Barrionuevo
En próximas fechas, se va a
inaugurar la regeneración del barrio y la puesta en valor de los restos
arqueológicos de las Eras del Alcázar. Pero en esta ocasión, voy a hablar de un
bien inmueble, que se sitúa en este lugar, me estoy refiriendo, al antiguo Colegio
del General Saro, edificio con casi cien años, que este año se cumplen cuarenta
años de que dejo de funcionar como centro docente y pasó a ser viviendas
sociales.
Por Juan Manuel Almansa
sabemos que en 1910, el Ayuntamiento vuelve a insistir en la necesidad de
asignar dinero para construir nuevas escuelas, solicitando ayuda al Ministro de
Fomento para tal fin. Igualmente, hacia 1912, el Círculo Católico de Obreros
solicita establecer una escuela de párvulos dirigida por las hermanas de San
Vicente de Paul en un barrio extremo de la población. Por su parte, la profesora
María Jesús Carmona Barragán solicitaría la creación de una escuela de adultos,
a imitación de otras existentes en la provincia, proyecto al que accede el
consistorio costeando parte de los gastos.
En 1922 se planea la creación
de los Grupos Escolares Nacionales ante el avanzado estado de ruina del Colegio
de la Trinidad. Se decide fundar un grupo escolar en el Campo de la Libertad
(Explanada), así como otras dos escuelas para niñas localizadas en otros
barrios de la ciudad (adquiriendo el Ayuntamiento dos solares, ubicados en el
Alcázar y el Cristo del Gallo). Las gestiones para hacer realidad este proyecto
las llevó a efecto D. Leopoldo Saro y Marín, a quien se le agradecieron sus
gestiones como intermediario ante el Gobierno.
En 1925, en que se encuentra
una galería abovedada en el solar del antiguo Alcázar, al realizar los
cimientos de los Grupos Escolares, relacionados con el Yacimiento Eras del
Alcázar[1].
Se decide fundar un grupo
escolar en el Campo de la Libertad (Explanada), así como otras dos escuelas
para niñas localizadas en otros barrios de la ciudad (adquiriendo el
Ayuntamiento dos solares, ubicados en el Alcázar y el Cristo del Gallo).
Las obras de los tres centros fueron llevadas
a cabo bajo la dirección del arquitecto Antonio Flores Urdapilleta, el
contratista Fernando Forcé y los maestros de la localidad Juan Moreno y Miguel
Campos Ruiz. Se tratan de tres construcciones idénticas, en estilo neomudéjar,
realizados en ladrillo y piedra, y decoración de azulejos.
El Colegio del General Saro,
al igual que las otros dos mencionados, se tratan de tres construcciones
idénticas, realizados en ladrillo y piedra, de dos pisos y planta cuadrada dentro
de la cual resaltan tres pabellones: uno central, ligeramente retraído y de
menor altura y anchura; y dos en los extremos volumétricamente mayores y
caracterizados por el uso de arcos de medio punto enjarjados en el nivel
superior, con una cornisa volada de madera y elementos decorativos en cerámica.
Todo el edificio se halla calado por ventanas adinteladas algunas de las cuales
fueron transformadas seguidamente para reconvertirse en puertas de acceso
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Aspecto actual del Grupo Escolar General Saro Y Eras del Alcázar |
Por el historiador e hijo predilecto
de Úbeda, Juan Gabriel Barranco Delgado estamos al corriente que El Colegio del
Alcázar fue inaugurado en 1927, y denominado con nombre del gran benefactor e
hijo adoptivo de Úbeda Leopoldo Saro Marín[2].
Llegada la república, en la sesión celebrada el 20-5-1931, se le cambió nombre
por el de Pablo Iglesias y en la dictadura del General Franco se le volvió a
poner el de General Saro. Este colegio estuvo en funcionamiento hasta la
inauguración del colegio Matemático Gallego Diaz en 1984. Diremos también que,
tras dejar de funcionar como Colegio en 1984, durante el curso 1984/1985 fue la
primera sede del actual Colegio de Adultos.
Este antiguo grupo escolar, ha
pasado diversas peripecias y metamorfosis por el tiempo -que han afectado
especialmente a su interiores- ya que, en el año 1986, el Ayuntamiento de
Úbeda, construye en el interior de este, 10 viviendas sociales con un
presupuesto total de 150 MIL EUROS, 25 millones de la antigua peseta. Y, por
último, en el año 1988, el Ayuntamiento, con un presupuesto de 108 MIL Euros,
18 millones de la antigua peseta, arregla los tejados de este inmueble.
Bibliografía Consultada:
HISTORIA
DE LA ENSEÑANZA EN ÚBEDA Juan
Barranco Delgado. 2018.
Urbanismo y arquitectura en Úbeda (1808-1931). José Manuel Almansa Moreno.
Asociación Cultural Ubetense “Alfredo Cazaban Laguna” 2011.
XII de Gestión Democrática en
el Ayuntamiento de Úbeda. 1991. Escuela Taller.
https://www.museoandaluzdelaeducacion.es/los-primeros-grupos-escolares-nacionales-de-ubeda/
https://www.castillosnet.org/fortificacion.php?r=J-CAS-210&n=Alc%C3%A1zar%20de%20%C3%9Abeda
[1]El
Alcázar de Úbeda ocupó el Cerro de Ibiut, dando origen a la ciudad de Úbeda. En
la actualidad se trata de un importante yacimiento arqueológico conocido como
"Eras del Alcázar", uno de los sitios arqueológicos más importantes
de Andalucía, tanto por la entidad histórica de sus bienes como por su estado
de conservación. Sus registros revelan una ocupación ininterrumpida de más de
6000 años de antigüedad, identificando a Úbeda como una de las ciudades más
antiguas (si no la mas antigua) de Andalucía y de Europa Occidental.
El solar del alcázar acogió civilizaciones
neolíticas, argáricas y posteriormente ibéricas, dándole al cerro el típico
aspecto de un oppidum fortificado. Después fue utilizado como atalaya por los
ocupadores cartagineses y romanos, que mantendrían la ocupación del lugar.
Con la conquista árabe, esta eminencia defensiva
fue fortificada aún más, convirtiéndose en una valiosa alcazaba que daba cobijo
entre sus fuertes muros a toda una ciudad interior. Su recinto noble acogía el
Palacio del Moro (posterior Casa Real), así como la aljama mayor (la actual
Iglesia de Santa María) sobre los restos anteriores de un templo de culto
romanizado y en origen un solar sagrado de sus nativos ibéricos.
La alcazaba fue el núcleo fundacional de la
ciudad. Con el el tiempo nació un arrabal fuera del alcázar, en los terrenos
más llanos bajo el cerro de Ibiut, que fue adquiriendo importancia hasta el
punto de tener que ser cercado, construyéndose así el actual recinto amurallado
de Úbeda, que separaba la ciudad nueva del alcázar. En el año 852, Haxen-Ben-Abdalaziz,
ministro del emir de Córdoba, mandó fortificar Úbeda y Baeza. Por tanto, hasta
ese momento Úbeda era solo la alcazaba.
Tras su reconquista, primero en 1212 y
finalmente en 1234, la plaza fue reconstruida y fortalecida por la permanencia
durante 3 siglos más del cercano Reino de Granada.
En 1368 tuvo lugar la incursión de Mohamed V y
Pero Gil, que obligó a los moradores del casco urbano a refugiarse en el
alcázar.
El alcázar era a todos los efectos una ciudad
independiente dentro de otra ciudad, gobernado por el alcaide de manera
totalmente independiente del Concejo de la ciudad, de ahí los continuos
conflictos por el poder entre unos y otros. Los diferentes donadíos repartidos
entre los infanzones y nobles repobladores del lugar ya no dejaron de dar
problemas y disputas por sus respectivas jurisdicciones. El concejo de la
ciudad y los alcaides del alcázar ya no dejaron sus continuas fricciones.
Dividida en bandos, la nobleza se enfrenta a
muerte por la posesión de la alcaldía del alcázar. Pero caída Granada, la
pérdida de valor militar de la fortificación será su sentencia de muerte. Así,
en 1502, Isabel la católica ordena la demolición del Real Alcázar de Úbeda,
vender su piedra, rellenar los fosos y entregar sus tierras al concejo. Esta destrucción,
consumada en 1507, afectó inicialmente más a los muros y baluartes interiores.
En fechas muy posteriores, se fueron minando
otras torres, como las del Huerto de Carvajal, desaparecidas en 1675, los muros
de La Saludeja en 1677, y varios muros interiores en 1678 que sirvieron para
construir el puente de Olvera sobre el río Guadalimar en Navas de San Juan. La
milenaria y ciclópea Torre de Ibiut, origen mítico de la ciudad, aguantó hasta
una fecha tan reciente como mediados del siglo XIX.
En el siglo XIX, comienzan los intentos por
construir viviendas en su recinto adosadas a sus muros y a las murallas,
declarándose una guerra total contra los restos que aún había. Ya dejados a su
propia suerte, los muros que quedaban se van perdiendo hasta llegar al
principio del siglo XX, cuando ya se ha convertido el mejor monumento y testigo
de la historia de Úbeda en un erial.
La Torre de Tierra o Torre de Ibiut
La Torre de Tierra o Torre de Ibiut, también
citada como Torre de Asdrúbal, es el punto mítico de fundación de la ciudad. Se
encontraba en el recinto exterior del alcázar, muy cerca del claro del
Salvador.
Después de 1850 fue demolida, hallándose
entonces a los pies de sus cimientos diversos enterramientos, objetos extraños
que no se catalogaron ni estudiaron, salvo algunas vasijas de tipo celta que se
conservan en el museo, y gran cantidad de esqueletos de enorme dimensión que
los lugareños mitificaron como gigantes.
Muy cerca a la torre aparecieron también varias
sepulturas con antiquísimos objetos de oro, un brazalete en forma de serpiente
y otros dijes, a los que no se concedió más importancia que el precio que pagó
un platero para su fundición, y así se perdió para siempre una parte
importantísima para esclarecer la historia antigua de la región.
[2]
Leopoldo Saro Marín (Morón, Santa María del Puerto del Príncipe, actual
Camagüey, 11 de enero de 1878 - Madrid, 19 de agosto de 1936) fue un general
del ejército español.
Hijo del coronel de Infantería
Lesmes de Saro y González y de María Martina Marín de Almansa. Muy joven
ingresa en la Academia de Infantería y en1895 es destinado a Cuba con el empleo
de 2º Teniente donde participa en numerosas acciones contra los insurgentes;
regresa a la península pocos meses antes de la derrota en esa guerra.
De servicio en Madrid hasta que
se desencadena en 1909 la Guerra de Melilla, donde es inmediatamente movilizado
al frente. Desempeñó numerosas acciones contra el enemigo, destacandoen la
dramática acción del Barranco del Lobo, por la que sería ascendido a Comandante
y destinado de nuevo a Madrid, donde ocuparía diversos puestos en el Ministerio
de la Guerra y el Estado Mayor Central hasta que es nombrado coronel del
Regimiento Inmemorial del Rey Nº1.
En 1921 la Guerra del Rif
vuelve a destinarle a África, donde se destaca en numerosas acciones bélicas
junto a los generales Cabanellas, Sanjurjo y Dámaso Berenguer entre otros, por
lo que sería ascendido al generalato.
El general Saro fue miembro del
Directorio Militar creado en septiembre de 1923 bajo la presidencia del general
Miguel Primo de Rivera. Poco aficionado a la política y más a las fatigas de la
guerra, volvió rápidamente a África a organizar los preparativos del Desembarco
de Alhucemas, donde dirigió con acierto una de las columnas de ataque, por cuya
actuación es ascendido a General de División y el monarca le otorga la merced
de Conde de la Playa de Ixdain.
De vuelta a la península promueve
la creación -y preside- el Patronato de Casas Militares antes de ser ascendido
a Teniente General, ocupando una de las capitanías generales.
Con la llegada de la Segunda
República, el general Saro es separado del servicio y procesado por el Tribunal
de Responsabilidades Políticas por su actuación en el pronunciamiento de 1923,
por lo que es sentenciado en 1932 por el delito de alta traición y auxilio, e
ingresa en prisión, para ser amnistiado en 1934 y pasar a la situación de 2ª
reserva.
Fue fusilado en Madrid el 19 de
agosto de 1936 por milicianos republicanos.
Al margen de su carrera militar,
promovió numerosas actividades para el desarrollo social, cultural y económico
de la provincia de Jaén a la que estaba unido por lazos familiares. Destacan la
construcción del ferrocarril Baeza-Utiel y la Comunidad de Regantes del Canal
de Jandulilla, así como en Úbeda, la biblioteca municipal, varios grupos
escolares, el Parador de Turismo, la reconstrucción de la Casa de las Torres,
la Escuela de Artes y Oficios y el Teatro Ideal Cinema. Por todo ello y
mediante suscripción popular, el escultor local y discípulo de Mariano Benlliure,
Jacinto Higueras, erigió un monumento en su honor al que el escritor Antonio
Muñoz Molina hace referencia en su novela Beatus Ille. La restauración de su
estatua en la plaza de Andalucía deÚbeda generó polémica en 2006.1 Muñoz
Molina se refiere a la citada plaza en la novela El jinete polaco como "la
plaza del General Orduña" en Mágina, trasunto de Úbeda.
Era Gentilhombre de cámara con
ejercicio del Rey Alfonso XIII y estaba en posesión de la Gran Cruz de la Real
y Militar Orden de San Hermenegildo, así como de numerosas condecoraciones
nacionales y extranjeras
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